CINISMO:
La escuela cínica
fue fundada en Atenas por Antístenes (aproximadamente 445-365 antes de Cristo.)
A lo largo del tiempo se iría diferenciando entre quienes escribían de acuerdo
con pautas cínicas y tomaban motivos literarios inspirados por el cinismo
(Onesícrito) y quienes llevaban una vida acorde con los preceptos de estos
"perros", acogiéndose a los hábitos de mendigos y vagabundos
(Diógenes vivía en una tinaja), con el tribón (manto), el bastón y la alforja.
Los cínicos tenían como
costumbre el llevar una vida de perros tumbados al sol del ágora ateniense. Estaban
en constante oposición y burla con las escuelas tradicionales griegas, y se les
consideraba un pensamiento crítico, subversivo y revulsivo contra el idealismo
platónico y la retórica convencional.
Rechazaban la teoría
platónica de las ideas, es decir, para los cínicos sólo existe lo que puede ser
percibido por los sentidos, y defendieron una ética de la autosuficiencia y la
independencia. Propagaron el ideal de la vida natural y el cosmopolitismo (el
cínico Diógenes, desterrado de Sinope, fue el primero en afirmar que era
ciudadano del mundo) rechazando la existencia del Estado, y afirmando que para
el sabio no hay patria, ni leyes, ni familia, ni diferencias de clase.
La teoría política de los
cínicos resultó utópica. Tanto Antístenes como Diógenes escribieron libros
políticos y ambos bosquejaron una especie de comunismo idealizado, tal vez de
anarquía, en la cual la propiedad, el matrimonio y el gobierno desaparecían.
FORMA DE VIDA:
Los cínicos formaban un
grupo un tanto vago y enteramente desorganizado de maestros errabundos y
filósofos populares. Su doctrina se dirigía de modo principal hacia los pobres;
enseñaban el desprecio de todos los convencionalismos, y en su conducta
adoptaban con frecuencia una rudeza desagradable (en una banquete comenzaron a
tirarle huesecillos {a Diógenes} como a un perro. Y él se fue hacia ellos y les
meó encima. Como un perro) y una absoluta falta de consideración por las formas
decorosas (Diógenes realizaba en público tanto las necesidades corpóreas como
actos sexuales varios).
El cínico denuncia no con
hermosos discursos, sino con zafios y agresivos ademanes, el pacto cívico con
una comunidad que le parece inauténtica y perturbada. Actúa con una audacia
personal que a los demás les parece desvarío y locura (Platón definió a
Diógenes como un Sócrates enloquecido).
Cuando el cínico se niega a
rendir homenaje a "lo respetable", lo que pretende es denunciar la
inautenticidad de esa respetabilidad y sus supuestos, que los demás aceptan por
costumbre y comodidad más que por razonamiento. Con sus gestos soeces y
subversivos está contestando los valores admitidos en el intercambio social.




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